Cuando empecé, el adulterio estaba penado por ley y la Guardia Civil detenía al adúltero
Hemos llegado a colocar una minicámara en el tornillo de una lámpara fluorescente.
Sólo sacan la gabardina cuando llueve y hace años que cambiaron la lupa y la vigilancia ocultos tras un periódico por sofisticadas microcámaras, polígrafos y preparación universitaria.
En La Rioja existen tres despachos, pero uno de ellos, Grupo Detectives Aipasa, acumula más de cuatro décadas de experiencia. Creada en 1967 por Luis Fernández de Laría Blanco, quien hoy comparte las riendas con su hijo Luis Fernández de Laría Rodríguez, la agencia ejerció de anfitriona del congreso de detectives privados, X Asamblea General de la APDPE (Asociación de Detectives Privados de España), un congreso internacional con representación española, italiana y francesa, entre otras nacionalidades.
Luis Fernández de Laría padre ha visto casi de todo en ese mundo en el que desembarcó con 21 años. «Mi tarjeta profesional es la número 35 de España, eso quiere decir que cuando empecé sólo habían existido otros 34 detectives privados en el país y me llamaban el niño», relata.
A nivel nacional ejercen hoy unos 1.200 detectives, aunque existen 2.200 TIP (Tarjeta de Identificación Profesional) expedidas por el Ministerio del Interior. Para ello, es necesario cursar tres años de estudios universitarios en un Instituto de Criminología, dependiente de la Facultad de Derecho. «Casi la mitad son asignaturas de Derecho, Criminología, Medicina Legal… el resto, prácticas y cursos de imagen y sonido, entre otros. Esa es la base, aunque luego la calle es la que te enseña», explica Luis Fernández de Laría hijo.
Los cambios legales, sociales, económicos y tecnológicos han provocado cambios radicales en el trabajo del detective privado. «De hecho, cuando empezó mi padre hace 44 años les llamaban los ‘huelebraguetas’ porque para las separaciones era necesario probar las infidelidades», resalta el hijo. «El adulterio estaba penado por ley y conllevaba la detención por parte de la Guardia Civil si el adúltero era cogido in fraganti», tercia el padre.
Aunque las infidelidades son un clásico que reporta aún buena porción de clientes, la investigación de los problemas matrimoniales se orientan más hacia el postdivorcio para, por ejemplo, evitar el pago de la pensión a la otra parte porque trabaja en economía sumergida, o no cuida debidamente a sus hijos…
Entre pícaros y dudas
La crisis económica ha afectado a su trabajo, pero el mundo laboral se mantiene como otra de las ricas vetas de clientela, desde la investigación previa a la contratación de personal de confianza al seguimiento de la picaresca en las bajas o el absentismo, un capítulo en el que se agolpan las anécdotas. Personas con muletas que al salir de la mutua echan a correr para alcanzar el autobús, pacientes que aguantan los pinchazos en un brazo presuntamente inerte para luego marchar en moto con el móvil en la mano… en Grupo Detectives Aipasa han desenmascarado a todo tipo de tramposos. «Hubo un caso de un hombre que había perdido las dos piernas en un accidente y solicitaba una invalidez por no poder hacer nada, pero descubrimos que por las mañanas trabajaba de guarnicionero y por las tardes se ponía piernas ortopédicas para ir a montar a caballo», recuerda el experto detective con una sonrisa.
También la crisis ha mermado su labor, pero la preocupación de los padres por saber cómo pasan y con quién las noches sus hijos menores sigue presente. «Nosotros tenemos colaboración con un laboratorio de genética y a través del pelo, restos de saliva o ropa se puede detectar posibles consumos de droga», destaca Luis hijo.
Grupo Detectives Aipasa lleva una media de unos 120 casos que se desarrollan tanto en La Rioja como en comunidades limítrofes y también fuera de España. «Tenemos colaboraciones con otros despachos nacionales y de Italia, Francia y Estados Unidos», aclaran ambos, que rehusan hablar de tarifas «porque es imposible, ya que depende de horarios, duración, traslados, viajes… nosotros siempre preparamos un presupuesto previo y hay veces que sales bien y otras se complica y te pillas los dedos», coinciden.
«Ha evolucionado todo, cuando empezó mi padre llevaban cámaras de varios kilos de peso y hoy usamos microcámaras que se pueden ocultar en un botón de la camisa, un mechero, un llavero, un reloj… en cualquier sitio. Hemos llegado a colocar una cámara en el tornillo de una fluorescente. Del mismo modo, también hacemos contravigilancia y mediante barridos hacemos una limpieza por si alguien ha instalado cámaras o micrófonos«, explica Luis hijo.
Localización de personas, búsqueda de antepasados, pruebas de paternidad por ADN, seguridad informática para empresas y particulares, asesoramiento de sistemas de seguridad y alarmas, reconstrucción de accidentes o incendios y otros tipos de siniestros…. el catálogo de ofertas de la agencia de detectives riojana, con sede en la logroñesa Avenida de Portugal, 2, no conoce límites.